¡No al rearme! ¡Ni OTAN ni ejercito de la EU!

Am 25./26.06. fand in Madrid eine Konferenz gegen den Krieg inklusive einer Demonstration anlässlich des NATO-Treffens mit Teilnehmer*innen aus zahlreichen Ländern – auch aus vom Krieg betroffenen – statt. Da wir leider nicht daran teilnehmen konnten, haben wir eine schriftliche Solidaritätsadresse an die Konferenz übermittelt. In der Folge findet ihr zuerst das spanische Original und dann die Übersetzung auf Deutsch.

Die Waffen nieder!«Nosotros, social demócratas y sindicalistas en contra del estado de emergencia en Austria, no podremos participar a la conferencia en contra de la cumbre de la OTAN final de junio en Madrid, al contrario de lo lo que fue para la conferencia de emergencia en contra de la guerra del 9 de abril.

Al fin de llevar al menos una pequeña contribución en contra del belicismo rampante, transmitimos aquí nuestra posición sobre algunos puntos que serán discutidos durante esta conferencia».

La actual guerra en Ucrania plantea de nuevo preguntas a las cuales el movimiento obrero a contestado desde mucho tiempo. Desgraciadamente, muchos han olvidado o no han aprendido las lecciones e la historia. Esto viene bien a los lideres de los partidos obreros, y, por parte, a los de los sindicatos que pueden así esconder, defendiendo los intereses del capital, que la clase obrera no podara jamas tener interés en sostener las guerras entre naciones. De hecho, son nuestros hermanos y hermanas que mueren en las guerras, mientras los ricos se enriquecen aún más gracias a ellas.

Al igual que en 1914, nos toca a nosotros luchar partiendo desde abajo en contra de la guerra. El bloqueo del transporte de armas por los trabajadores de Bielorusia, de Grecia y de Italia demuestra que el espíritu del internacionalismo es todavía presente en las capas mas avanzadas de nuestra clase. Son los métodos del movimiento obrero que lucha en contra de la guerra. Métodos por los cuales los sectores más valientes de nuestra clase a menudo pagan un alto precio, como demuestra el arresto de casi todos los líderes sindicales en Bielorusia.

En la supuestamente neutral Austria, también hay que rearmarse masivamente de nuevo. El belicismo gobierna el discurso político. De repente, los gobernantes no ven ninguna contradicción entre la neutralidad y la previamente denegada entrada en un ejército de la UE. El partido que representa más abiertamente los intereses del capital – los Neos – incluso quiere que Austria se una a la OTAN. Aparte de los Neos, todos han tenido que dar marcha atrás recientemente, ya que las encuestas de opinión revelaron que alrededor del 90% de la población está a favor de mantener la neutralidad.

Vivimos en una época donde el capitalismo mismo esta masivamente en crisis. La guerra en Ucrania, como todas las demás guerras que se libran actualmente en el mundo, es una expresión de esta crisis. Cuanto menores sean las ganancias de los grandes estados imperialistas, más aguda será la lucha por la distribución de las cada vez más pequeñas porciones del pastel. La forma más aguda de esta lucha distributiva es la guerra. Cuando las propias grandes potencias intervienen en una guerra, es la prueba más clara posible de que su orden mundial está construido sobre arena.

Actualmente es una guerra de poder que tiene lugar en Ucrania entre la mayor potencia en la historia de la humanidad, los EE. UU. y su organización de fachada la OTAN, y Rusia, que pierde constantemente influencia y quisiera volver a levantarse para convertirse en una potencia mundial. Así que hoy asistimos a una guerra en la que los trabajadores, jubilados y jóvenes de Ucrania están siendo aplastados entre los intereses de las grandes potencias y tienen que morir por ellos.

Lo que es particularmente escandaloso es la doble moral de Occidente, que señala los crímenes indiscutibles de la camarilla de Putin, pero oculta, por ejemplo, los crímenes de Arabia Saudita en la guerra de Yemen e incluso continúa suministrando armas a su llamada coalición militar. Al mismo tiempo, se está negociando el suministro de petróleo y gas con países de esta región, donde la democracia o incluso la igualdad de las mujeres están aún muy lejos de ser conquistadas, “para independizarse más de Rusia”, a la que Rusia es completamente indiferente como tal, porque ahora simplemente envía sus materias primas a países codiciosos de África y Asia. Se necesita una visión extremadamente euro-céntrica para no darse cuenta de que las llamadas sanciones occidentales están perjudicando principalmente a la clase trabajadora en la UE y América del Norte, mientras que al mismo tiempo y a nuestras espaldas, miles de millones están reasignados a las grandes empresas para aliviar la carga de estas sanciones „para amortiguar“.

las cuestiones morales son completamente irrelevantes para Occidente mientras se aseguren las ganancias de su propio capital. Los argumentos contra Putin han llegado a un umbral en términos de hipocresía difícil de traspasar mientras que no se apliquen a otros regímenes reaccionarios.

La apariencia de neutralidad de Austria es engañosa. Durante la primera Guerra del Golfo en 1991, se hizo posible el transporte de armamento a través de Austria, lo que equivalió a la ruptura de dicha neutralidad. Desde entonces, material militar ha sido transportado por el territorio austriaco por tren y avión para cada operación militar de la OTAN.

Incluso hoy vemos trenes con tanques de la OTAN en las estaciones de tren casi todos los días. No es de extrañar: la frontera occidental de Ucrania está a solo 300 kilómetros de Austria. También miles de mercenarios de todo el mundo, que persiguen su sucio negocio de asesinatos en ambos lados, viajan por Austria.

Prevenir estas dos cosas es la contribución práctica que el movimiento obrero austriaco puede hacer contra la guerra. Al mismo tiempo, debemos oponernos a cualquier rearme en nuestro propio país. El gobierno federal ha anunciado un rearme masivo de 15 mil millones de euros, mientras que al mismo tiempo solo hay mil millones bien calculados para guarderías y ayuda a las personas, distribuidos entre 2 y 5 años, y que ni siquiera es suficiente para compensar las pérdidas de los trabajadores en términos de salarios reales, debido a la inflación.

Ni un centavo ni un hombre para este ejército era el lema tradicional de la socialdemocracia antes de aprobar los créditos de guerra en 1914. El primer programa del SPÖ en 1889 pedía la disolución de todos los ejércitos permanentes. Dos requisitos que no han perdido vigencia hasta el día de hoy y que están más vigentes que nunca.

¡Guerra contra la guerra! ¡Viva la solidaridad internacional!

Keine Aufrüstung! Weder NATO noch EU-Armee!

Der aktuelle Krieg in der Ukraine stellt Fragen erneut, die die Arbeiter*innenbewegung längst beantwortet hat. Leider haben viele diese Lehren aus der Geschichte vergessen oder nie gelernt. Der Führung von Arbeiter*innenparteien und teilweise auch Gewerkschaften ist das sehr recht, kann sie doch so im Interesse des Kapitals verbergen, dass die Arbeiter*innenklasse niemals ein Interesse an Kriegen zwischen Nationen haben kann. Es sind nämlich unsere Klassenbrüder und -schwestern, welche in Kriegen sterben, während die Reichen durch diese noch reicher werden.

Wie 1914 liegt es an uns, von unten gegen den Krieg zu kämpfen. Die Blockade von Rüstungstransporten durch Arbeiter*innen in Belarus, Griechenland und Italien zeigen, dass der Geist des Internationalismus bei den fortgeschrittensten Schichten unserer Klasse nach wie vor vorhanden ist. Das sind die Methoden der Arbeiter*innenbewegung im Kampf gegen den Krieg. Methoden, für welche die mutigsten Teile unserer Klasse oft einen hohen Preis zahlen, wie die Verhaftung nahezu aller Gewerkschaftsführer*innen in Belarus zeigt.

Auch im angeblich neutralen Österreich soll massiv aufgerüstet werden. Kriegstreiberei regiert den politischen Diskurs. Die Herrschenden sehen plötzlich keinen Widerspruch zwischen Neutralität und dem bisher verweigerten Beitritt zu einer EU-Armee. Die Partei, die die Interessen des Kapitals am offensten vertritt – die Neos – will gar, dass Österreich der NATO beitritt. Außer den Neos mussten zuletzt alle zurückrudern, da Meinungsumfragen ans Tageslicht brachten, dass rund 90% der Bevölkerung für eine Beibehaltung der Neutralität sind.

Wir leben in einer Zeit, in der der Kapitalismus selbst massiv in der Krise ist. Der Krieg in der Ukraine sowie alle anderen derzeit auf der Welt tobenden Kriege sind ein Ausdruck dieser Krise. Je geringer die Profite der großen imperialistischen Staaten werden, desto schärfer wird der Kampf um die Verteilung des kleiner werdenden Kuchens. Die schärfste Form dieses Verteilungskampfes ist der Krieg. Wenn die Großmächte selbst in einen Krieg eingreifen, ist das der deutlichst mögliche Beweis dafür, dass ihre Weltordnung auf Sand gebaut ist.

In der Ukraine findet derzeit ein Stellvertreterkrieg zwischen der größten Macht in der Menschheitsgeschichte, der USA und ihrer Vorfeldorganisation NATO sowie dem permanent an Einfluss verlierenden Russland, das gerne wieder zu einer Weltmacht aufsteigen würde, statt. Heute erleben wir also einen Krieg, in dem die Arbeiter*innen, Pensionist*innen und die Jugend der Ukraine zwischen den Interessen der Großmächte zerrieben werden und für diese sterben müssen.

Besonders abstoßend dabei ist die Doppelmoral des Westens, der zwar auf die unbestreitbaren Verbrechen der Putin-Clique hinweist, aber die Verbrechen z.B. Saudi Arabiens im Krieg im Jemen verschweigt und sogar dessen sogenannter Militärkoalition weiterhin Waffen liefert. Gleichzeitig wird mit Ländern aus dieser Region, in denen Demokratie oder die auch nur ansatzweise Gleichstellung von Frauen nach wie vor in weiter Ferne liegen, über die Lieferung von Öl und Gas verhandelt, „um sich von Russland unabhängiger zu machen“, was diesem vollkommen gleichgültig ist, da es nun seine Rohstoffe einfach in danach gierende Länder in Afrika und Asien liefert. Es braucht schon einen extrem eurozentrischen Blick, um nicht zu erkennen, dass die sog. Sanktionen des Westens hauptsächlich der Arbeiter*innenklasse in der EU und in Nordamerika schaden, während gleichzeitig Abermilliarden von uns zu den Großkonzernen umverteilt werden, um deren Belastung durch diese Sanktionen „abzufedern“.

Moralische Fragen sind dem Westen also komplett egal, solange die Profite des eigenen Kapitals gesichert werden. Die Argumente gegen Putin sind an Scheinheiligkeit kaum zu übertreffen, solang sie nicht auch auf andere reaktionäre Regime angewendet werden.

Der Schein der Neutralität in Österreich trügt. Im ersten Golfkrieg 1991 wurde der Transport von Rüstungsgütern durch Österreich ermöglicht, was einem Dammbruch gleichkam. Seither gibt es bei jedem Militäreinsatz der NATO Transporte von Kriegsmaterial per Zug und Flugzeug durch österreichisches Gebiet.

Auch heute sehen wir nahezu täglich Züge mit NATO-Panzern auf Bahnhöfen. Kein Wunder – ist doch die ukrainische Westgrenze gerade einmal 300 Kilometer von Österreich entfernt. Auch tausende Söldner aus aller Herren Ländern, die auf beiden Seiten ihrem dreckigen Mordgeschäft nachgehen, reisen gerne durch Österreich.

Beides zu verhindern, ist der Beitrag, den die österreichische Arbeiter*innenbewegung in der Praxis gegen den Krieg leisten kann. Gleichzeitig müssen wir uns gegen jede Aufrüstung im eigenen Land stellen. Eine massive Aufrüstung von 15 Milliarden Euro, welche die Bundesregierung angekündigt hat, während es gleichzeitig für Kindergärten und Pflege jeweils gerade mal eine schöngerechnete Milliarde gibt, die sich über 2-5 Jahre verteilt und schon jetzt nicht einmal zur Kompensation der Verluste der Kolleg*innen beim Reallohn durch die Inflation reicht.

Keinen Cent und keinen Menschen für dieses Heer war das traditionelle Motto der Sozialdemokratie, bevor diese 1914 den Kriegskrediten zustimmte. Im ersten Programm der SPÖ von 1889 wurde die Auflösung aller stehenden Heere gefordert. Beides Forderungen, die bis heute nichts von ihrer Richtigkeit eingebüßt haben und aktueller denn je sind.

Krieg dem Krieg! Hoch die internationale Solidarität!

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